Datos personales

Mi foto
Bachiller Loyola (1974), Economia (Unphu,1980-Ms Ohio State,1989), Derecho (UTE, 2018). Experiencia laboral en bancos múltiples (BHD, Reservas, Global, Activo); Entidades Reguladoras (Banco Central, Superintendencia de Valores); Consultor, investigador y editor económico en entidades públicas, asociaciones empresariales y centros de investigación (Ministerio de Hacienda, Dirección General Crédito Público, Ministerio Relaciones Exteriores, ANJE, UNE y Fundación Economía y Desarrollo; Articulista prensa nacional (Hoy, El Siglo, Listín Diario y Acento).

domingo, 24 de junio de 2012

Regulación bancaria, privatización y Banco Agrícola


Los bancos están para captar ahorros de manera voluntaria del público. Con estos fondos por los que paga intereses de mercado, más financiamientos que obtienen por diferentes vías, canalizan crédito o hacen inversiones en valores, buscando un rendimiento que les permita cubrir costos y generar beneficios. Hasta aquí la descripción de la actividad luce como una fiesta exclusiva para participantes privados: Empresarios que ponen el capital, clientes que depositan o demandan recursos. Los más eficientes crecen, prosperan, pagan buenas tasas de interés y reparten utilidades. Los que dan malos préstamos y no atraen liquidez por bajas tasas o pésimo servicio, quiebran y las pérdidas, en simetría con las utilidades, deberían afectar sólo a sus dueños y ahorrantes.
Si así fuera, tendríamos privatizadas los números negros y rojos, pero en la banca mayorista no es así la cosa.  Se privatizan los beneficios y socializan las quiebras, gracias a un esquema de reserva fraccional donde un banco central es prestamista de última instancia y el gobierno cubre las pérdidas de los rescates  con las finanzas públicas. A causa de este amparo estatal a la actividad bancaria es que hay que soportar a regañadientes a los reguladores, participar, con o sin ganas, en las operaciones de crédito público y aceptar con resignación la membresía de los que, en su razón social, no esconden la esencia pública de todo el negocio.



La eterna batalla entre mercados libres y reguladores se puede describir como una entre expertos en Kama Sutra y fundamentalistas movimonopolistas de la posición misionera.  Cuando los últimos sólo tienen la fuerza bruta para imponerse, florecientes mercados negros o informales dan testimonio de la valentía de quienes mantienen la oferta de bienes y servicios.  Si es un combo de músculo y seguro de rentabilidad, como en la banca moderna, los episodios pierden glamour libertario. Debates epistolares y reuniones van, reuniones vienen, terminan en acuerdos donde se armonizan posiciones para que el regulador imponga su poder sin provocar la asfixia de la actividad.
Entusiastas de la litigación están ahora por descarrilar esta tradición de décadas, proponiendo amparos y otros recursos legales contra propuestas de normativas que se acostumbraban resolver con tacto y paciencia. Fracasos consecutivos, como el de los contratos de adhesión de tarjetas y el anticipo del 1% de activos, debe recordar a los banqueros que la nueva estrategia podría tener fundamento en la lógica mercantil atribuida a los dueños de funerarias. Longevidad mayor y paz regulatoria sin procesos en tribunales, fuera de record, se citan como escenarios poco favorables para los respectivos  negocios.
Si el gobierno tiene el sartén regulatorio por el mango, es lógico que cuenta con el poder para usar el crédito bancario sin importar si tiene o no franquicias en el sector.  De ahí que no tenga asidero proponer la privatización del Banco de Reservas para conjurar ese mal, del que se cita como ejemplo las recientes operaciones de descuento de facturas a contratistas de obras públicas.  Con o sin esa entidad, a los que diseñaron ese mecanismo que evitó la paralización de la inversión gubernamental, les esperaba tratamiento de alfombra roja en cualquier institución financiera, así como contemplar una competencia feroz por el liderazgo del pool bancario que se pondría a su disposición.
 De hecho, bancos privados participaron, progresaron y ganaron, como en los concursos sabatinos del viejo Corpo, en las transacciones con  contratistas, mostrando el mismo entusiasmo que es común a todos en el negocio de compra y venta de títulos emitidos por Hacienda y el Central.  A una colega del banco que ruge le expresé mi asombro de ver como su oferta de estos valores era publicitada como "la inversión inteligente"; y no hay cosa que entusiasme ahora más que destacarse en el programa de "hacedores de mercados" para instrumentos de deuda pública, cuyos flujos de intereses y redención dependen de emisión monetaria y recaudación de impuestos.
Estos reparos a la privatización, sin embargo, no deben impedir el  rechazo general a la cacería de los depósitos por contratos de alquiler desatada por el Banco Agrícola.  Este acoso aberrante contra  propietarios que rentan sus inmuebles, vino a sepultar la iniciativa que en los años 80 se promovió para movilizar depósitos rurales utilizando la red de sucursales de esa entidad y algunas cooperativas. Una encuesta, en 1986, a clientes de ahorro que llegaron voluntariamente a sus oficinas cuando abrieron facilidades de depósito, reveló que el 55% se estrenaba en el sistema financiero con la libreta del Bagrícola, institución que así empezó a valorar el potencial de contar con una fuente de fondos más estable que el vaivén de las ayudas externas o los apoyos presupuestarios.
Las cooperativas, que se limitaban a operar con los aportes de capital de los asociados y una orientación paternalista castradora del aumento patrimonial, también se embarcaron en la iniciativa de captar depósitos.  Sin mirar atrás, empezaron un nuevo camino de fomentar el ahorro voluntario por el que han llegado a funcionar hoy como entidades financieras solventes. El Bagrícola volteó la mirada y escapó a la justicia divina que debió petrificarlo, para convertirse en un depredador de obligaciones pautadas libremente en contratos de alquiler, en perjuicio de legítimos propietarios de inmuebles, que merecen más solidaridad, y el crecimiento de la oferta de viviendas con esa finalidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario