Datos personales

Mi foto
Bachiller Loyola (1974), Economia (Unphu,1980-Ms Ohio State,1989), Derecho (UTE, 2018). Experiencia laboral en bancos múltiples (BHD, Reservas, Global, Activo); Entidades Reguladoras (Banco Central, Superintendencia de Valores); Consultor, investigador y editor económico en entidades públicas, asociaciones empresariales y centros de investigación (Ministerio de Hacienda, Dirección General Crédito Público, Ministerio Relaciones Exteriores, ANJE, UNE y Fundación Economía y Desarrollo; Articulista prensa nacional (Hoy, El Siglo, Listín Diario y Acento).

viernes, 21 de octubre de 2011

Delincuencia Rabiosa






Si miles de perros rabiosos comienzan a morder personas en todas las ciudades del país, me pregunto si cada ensanche o barrio esperará tranquilo a que la situación sea solucionada por empleados del estamento público anticanino. Supongamos que una dirección antirrabica tenga un monopolio o derecho exclusivo para actuar contra los violentos animales. Ancestrales creencias sostienen que así se logra eficiencia (más captura a menor costo), equidad (distribución de recursos por variables demográficas), trato no discriminatorio (igualdad castigo sin importar pedigrí) y nada de crueldad contra la amenaza del callejero del “sol a cuestas, fiel a su destino y a su parecer, sin tener horario para hacer la siesta, ni rendirle cuenta al amanecer”.

Cuadro José García Cordero
¿Se mantendrán los ciudadanos enclaustrados en sus viviendas hasta que la ONAP encuentre para los miembros de la unidad antirrabica “el salario filosofal”, esa remuneración mágica que, una vez depositada en sus cuentas, los hará enfrentarse, gallardamente y sin protección, hasta al pitbull campeón de las peleas clandestinas? No. Ladridos feroces, gritos desgarradores y velorios recordarán que ese rollo salarial cumplió un siglo y tendrá vida eterna. En la misma jaula con los perros, deben estar los que creen que jueces justos, fiscales íntegros, policías insobornables, médicos virtuosos y profesores responsables se consiguen automáticamente mejorando sueldos. Idea manida y absurda que, ademas, es una afrenta para miles de servidores públicos honestos en esas ocupaciones.




Con canes rabiosos esperando en las calles, no tomará mucho tiempo a las juntas de vecinos unirse para la autodefensa de su sector, independientemente del nivel de apoyo que puedan recibir de las autoridades. Por la magia de la división del trabajo, propia de la naturaleza humana, veremos al que pueda manipular un arma de defensa como soldado, voluntario y motivado, y otras funciones para vencer los perros, distribuidas de acuerdo a la capacidad que revelen los dolientes del problema. El serrucho de pesos, hoy ya no redimibles en oro, permitirá conseguir los recursos para el combate. Brazos para bloquear entradas, cámaras para vigilar las calles por internet, raciones alimenticias a vigilantes, consultoría de seguridad y otros recursos o contrataciones están disponibles, o surgirán, en variedad ajustable al ingreso del sector.

Así, en lo que las autoridades analizan las causas de la invasión perruna, los estrategas electorales cotejan logros antirrabicos por período, el jefe con espanto depura el personal y los candidatos buscan el matacan que resolverá el problema el próximo agosto, el país amanece un día con barrios con control privado, sin perros rabiosos, en armas contra la delincuencia, y un fervor libertario austríaco. Todo cortesía del “callejero de las cosas bellas” de Alberto y, ahora sin discusión y para siempre, “mejor amigo del hombre”.

 

2 comentarios:

  1. Por esta vía podré seguir tu talento. Estoy de acuerdo con la idea central, aunque no es tan fácil llevarla a la realidad. Ahora explicame el final *El callejero de las cosas bellas* es un libro.... Te sigo...

    ResponderEliminar
  2. Es una canción de Alberto Cortéz. "Callejero". Es la historia del perro callejero del barrio. Es preciosa.

    ResponderEliminar